Iglesia de San Gervasio y San Protasio, Virgen de la Bonanova

HISTORIA

Si bien antes ya había culto, a mediados del siglo XIII el noble Pere de Montjuic, que poseía un castillo o casa señorial en lo que fue el término de San Gervasio de Cassolas, fundó la Parroquia, dedicada a los mártires y santos Gervasio y Protasio, en un lugar próximo al actual edificio religioso. Al mismo tiempo, el aristócrata dotó a la Parroquia con censos y diezmos. Hay que decir que una capilla, dedicada a los dos santos mencionados, existía en la residencia de Pere de Montjuic. La creación de la nueva Parroquia provocó problemas jurídicos con el rector de Sarrià del que había dependido antes. Alegando que tenía jurisdicción, puso una demanda canónica que el obispo de Barcelona desestimó. Por eso, el primer rector de la Bonanova fue Arnau de Montjuic, hermano del noble que fundó la Parroquia.

San Gervasio de Cassolas limitaba al oeste con Sarrià y Les Corts, al este con Horta y al sur con Gràcia, en la zona de la Travesera. Era, pues, un término grande, ya que llegaba por el norte hasta el Tibidabo, pero era eminentemente rural, ya que la mayoría de la población era diseminada: muchas masías, unas cuantas casas señoriales, que en el siglo XIX se incrementaron porque eran de recreo y de veraneo, generalmente de quienes vivían en Barcelona. Cassolas parece seguro que es una contracción de Casas Solas, ya que en la Alta Edad Media el único núcleo compacto de casas estaba situado alrededor de la iglesia, que debía ser una construcción románica, con campanario del mismo estilo, que se fue agrandando a través de capillas laterales, pero durante siglos el lugar de culto era pequeño para una población que no debía pasar mucho de doscientos habitantes, dado que, según datos de un historiador del siglo XIX, en 1833 San Gervasio de Cassolas tenía unas setenta casas y unos 370 habitantes. Hoy debe pasar de cien mil. Pensamos que la calle mayor, llamada de San Gervasio, se debió configurar durante este siglo XIX. No obstante, recordemos que en 1408 se construyó al término la residencia real de Bellesguard, rehecha modernamente en un bello estilo modernista.

San Gervasio era un lugar con cultivos, huertas, caminos de montaña, que subían a Collserola, minas de agua y probablemente pastos.

Interior de La Iglesia de la Bonanova

No hay casi ninguna noticia histórica de los siglos XV, XVI y XVII, referidas a la Parroquia y Santuario. Núcleo rural y pequeño, pensamos que se fue poniendo de moda no solo entre nobles sino entre menestrales, obreros y pescadores, ya que en el siglo XVIII los exvotos que figuraban en una gran sala del recinto parroquial, que se llamaba biblioteca, eran variadísimos y rezumaban la devoción que había en Barcelona y en los pueblos del llano por la Virgen de la Bonanova, ya que, por otra parte, debió ser uno de los pocos santuarios extramuros de la ciudad. Consta que en el siglo XVII ya se veneraba la Virgen de la Bonanova, la cual fue desplazando la devoción de los mártires Gervasio y Protasio. Un historiador, aficionado y eclesiástico, en un libro de la trastienda del siglo XIX afirma que aquella imagen era "patrona especial de los pueblos comarcanos".

En 1706 los franceses, durante un episodio de la Guerra de Sucesión, robaron las joyas de la Virgen, la hicieron desaparecer y al mismo tiempo incendiaron la rectoría. Sorprendentemente la imagen fue devuelta a los pocos días por la esposa de un soldado. Durante el asedio de Barcelona, que se acaba con la capitulación de 1714, los soldados de Felipe V volvieron a profanar la iglesia.

En el siglo XVIII se construyeron nuevos altares y capillas laterales, lo que indica que el santuario-parroquia se fue modificando a lo largo de unos cuantos siglos. Consta, por ejemplo, que la capilla de la Virgen fue construida en 1765 y que se hicieron otras capillas, como la de san Vidal, del Rosario y de la Purísima Concepción.

El aumento de población en el siglo XIX dio un empuje a la ampliación del templo parroquial. El arquitecto principal de esta importante remodelación, que tuvo lugar sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, fue Josep Vilaseca i Casanovas. Pero los donativos de los fieles y las ayudas extraordinarias de las familias no fueron suficientes y la Parroquia obtuvo una subvención sustancial de la reina Isabel II.

En 1882 un rayo atravesó el templo, mientras se decía misa, ante el asombro y el horror de los fieles que asistían. Este hecho extraordinario, que no provocó ninguna víctima, movió más la devoción de los fieles y aumentaron las limosnas. En 1883 el papa León XIII proclamó a la Virgen de la Bonanova patrona de San Gervasio. El templo fue renovado a partir de 1889, con la reforma del campanario, en estado ruinoso. Al final del siglo XIX la Parroquia creó una escolanía, que hacía los cultos más solemnes y participados y a la vez una escuela de primera enseñanza. Es la época de las bellas vidrieras, el corazón y el órgano. La fachada fue uno de los últimos puntos en ser restaurados.

En 1889 la Parroquia tenía rector y dos vicarios, varios beneficiados, diecinueve oratorios y veintitrés sacerdotes, vinculados a la Parroquia porque eran consiliarios de colegios, directores espirituales de algunos conventos de monjas y hasta había algún sacerdote retirado. Pensamos que durante el último tercio del XIX se construyeron en San Gervasio once conventos de monjas, entre las que destacaban las Mercedarias, las Teresianas, que encargaron a Gaudí el convento, las Damas Negras, las de Jesús y María y, entre los religiosos, sobre todo el colegio de los Hermanos de las Escuelas cristianas.

Como otros pueblos de alrededor de Barcelona, San Gervasio de Cassolas fue incorporado a la capital catalana en 1897. En 1900 el obispo Morgades presidió la coronación canónica de la Virgen y ese año don Cinto Verdaguer compuso un himno a la virgen del santuario de San Gervasio, con fragmentos de una bella simplicidad:

Era una flor de camp,
la Flor de Cases Soles
que en son altar florí
de cara a Barcelona.

Durante el siglo XX y hasta la guerra civil, la Parroquia tuvo algunos rectores conocidos como don Santiago Estebanell y celebró varios Juegos Florales donde fueron premiados poetas de renombre. Pero al estallar el alzamiento militar y la inmediata revolución iconoclasta y anticlerical de 1936, entre las víctimas sacerdotales estuvo el rector de la Bonanova, don Lluís Xiró i Roig. Además, la Parroquia fue incendiada y luego derribada.

En 1939 el nuevo rector, don Ángel Rovira, que lo fue durante treinta años, tuvo que reconstruirla piedra por piedra y, bajo la dirección del arquitecto Josep Danés Torras (1891- 1955), hizo un templo-santuario de estilo florentino, que a lo largo de sesenta años ha ido armonizándose de acuerdo con la suntuosidad del edificio, de las pinturas y de los altares.

Al cabo de siete siglos y medio la llama de la fe sigue viva en esta Parroquia, que tiene la magnificencia y la huella, incluso, de un santuario muy antiguo